por la tarde
El sol de la tarde acariciaba los castaños cabellos de ella, iluminandolos, haciendo que sus ojos verdosos tuviera que entrecerrarlos para mirar a los ojos negros que la miraban, y la sonreían, y sentir la mano que le cogía su mano, suave y firmemente. Ella iba con un traje de fiesta negro estampado en flores malvas, con un chal del mismo tono, hacía equilibrios con los altos tacones, el pelo suelto, alborotado, con una flor cogida debajo de la oreja derecha. Él, como siempre impecable, con un traje de corte moderno en tono azul, con raya diplomática, una camisa de hilo celeste, y una llamativa corbata rosa con brillos azules.
Los labios de él, acompañando al atardecer, y al sol que la iluminaba, le confeso, que era la mujer de su vida. Ella, tan impresionable, al escuchar esa frase de sus labios, se emocionó. La atrajo hacía si y la beso, al atardecer, oliendo a azahar.
Los labios de él, acompañando al atardecer, y al sol que la iluminaba, le confeso, que era la mujer de su vida. Ella, tan impresionable, al escuchar esa frase de sus labios, se emocionó. La atrajo hacía si y la beso, al atardecer, oliendo a azahar.
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