Jugar
Cuando crecemos nos perdemos algo que nos gustaba de pequeños, el jugar. Recuerdo con cariño las tardes de verano jugando en la plazoleta con otros niños y niñas, ya fuera al pañuelo, al futbol, al quema, a policías y ladrones, al churro pico tena, y otros tantos juegos que si no existían nos inventabamos. Era gratificante volver a casa para tomar un bocadillo y seguir.
Ahora somos mayores, responsables, medianamente serios, aunque reconozco que me encanta jugar; en la playa aprovecho para jugar con la pala, si se puede, con un balón al voley. Eso de tener niños en estos casos es primordial, porque puedes hacer el payaso con el pareo a la cintura y nadie le parece que estes fuera de lugar. Y cuando juego, siento que mi mente borra toda la preocupación, y me centro en los pasos que debo de dar para alcanzarla, la fuerza con la que debo de golpear, si debo de saltar para dar un mate. Lo pienso y me pregunto porque me sentiré tan bien jugando. En ese instante entiendo el porqué de “las peñas” y ellos. Los chicos les encanta quedar para jugar un partido de fútbol, y creo que la sensación es la misma, esa sensación de que lo importante es ese balón que rueda.
Jugar.. lo voy a instaurar como terapia… ¿un partido de balonvolea??
6 comentarios
fuzzy -
un beso.
Julio -
Besos!
fuzzy -
Caramelo: volver a la infancia.. aun siendo treintañero. besitos.
Marta: buenos días. No, no he jugado... el próximo quizas. besicos.
Marta -
Sabes... Es una buena época para hacer volar cometas.
besos
caramelo -
Nicolás -
Aquellas tardes en las que cada momento era eterno, como eterno es todo lo que se hace sin un determinado fin...